En Inglaterra tuve la oportunidad de conocer y vivir lo que considero el ejemplo a seguir sobre identidad urbana, no sólo en Londres sino en todas las ciudades de la isla, los autobuses de pasajeros eran igualmente rojos y de dos pisos que se detenían en parabuses que compartían el mismo diseño con sus mapas de rutas y horarios en igual y cuidada tipografía, los taxis eran negros, nuevos o viejos todos mantenían el mismo modelo antiguo y la misma distribución interior con asientos encontrados y la ventana de vidrio deslizable para obtener privacidad sobre el conductor.

Las casetas telefónicas icónicamente inglesas, las luminarias, los buzones, la nomenclatura de las calles, las señalizaciones en ciudades y carreteras, las fachadas de ladrillo aparente, los sótanos, las entradas del metro y el diseño gráfico de sus estaciones, las máquinas expendedoras de periódicos, las guarniciones de las calles y los uniformes de los policías, todo tenía una identidad que se repetía a lo largo y ancho de la isla y me recordaba a cada momento que estaba en Inglaterra.

En México, los centros históricos de las ciudades crecieron durante siglos en torno a hermosas plazas conservando ese bello y rico estilo colonial que tan atractivo resulta a propios y extraños, tanto que muchas de ellas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Durante el Porfiriato se dio un giro hacia lo francés que también dejó su huella principalmente en el Paseo de la Reforma y algunas colonias de la capital, después vino la Revolución y de ahí hasta nuestros días el desorden: crecimiento brutal y anárquico, colonias y asentamientos aislados y desarticulados, desiertos urbanos, edificios públicos minimalistas, anodinos y sin personalidad, casas sin gracia producidas en serie en monótonos suburbios tasajeados por calles, avenidas y banquetas invadidas de autos, mobiliario urbano heterogéneo comprado en respuesta a condiciones de oportunidad más que de estética, autobuses y taxis en toda la gama de colores edades y modelos.

Nuestro Estado, con una clara y natural vocación turística, ha seguido la misma pauta perversa en prácticamente todos sus municipios, sofocando las joyas que otrora relucieran, perdiendo identidad y encanto para confundirnos con la masa de los nuevos, impersonales y desangelados pueblos y ciudades mexicanas.

Yo sueño con un Guanajuato con identidad propia en donde todas sus ciudades y pueblos comparten un mismo modelo de calles sin autos estacionados, con banquetas amplias y ciclovías. En donde su ancestral y rica artesanía en Talavera se refleja en la nomenclatura de sus calles y sus fuentes, su herrería en las luminarias, bancas de jardín, kioscos, parabuses y mobiliario, en donde sus atractivos paradores carreteros invitan al viajero a recorrer el Estado, en donde sus autobuses, taxis y patrullas son uniformes en diseño y color así como en servicio y eficiencia, en donde los edificios públicos y privados, desde escuelas hasta oficinas y comercios se diseñan tomando en cuenta y actualizando los elementos arquitectónicos heredados haciendo que cada obra que se construya subraye y agregue valor al conjunto.

Sin gastar más podemos crear un Guanajuato con sello propio que, a nivel nacional sea el ejemplo del diseño urbano como muestra de orgullo, formalizador de cultura y valores, a la vez que fomente la equidad entre los propios, genere empleo local y se transforme en un elemento fundamental que fortalece nuestra vocación atrayendo por igual al visitante nacional que al extranjero.

En el Iplaneg estamos elaborando, en torno al concepto de Ciudades Humanas, un manual de Normas Técnicas para el Desarrollo Urbano del Estado que incluye, entre otros temas, el diseño propuesto para todos estos elementos con miras a que sea compartido por todos los municipios y vayamos construyendo sobre la marcha un Guanajuato con una auténtica y personal imagen urbana ejemplo para México y el mundo.