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La educación y la tele

             

“México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil.”

Emilio Azcárraga Milmo

Montados sobre esta “admirable” y “profunda” Misión las televisoras, Televisa y Azteca entran en horario triple A a la intimidad de los hogares para acaparar las casi 5 horas diarias que frente al aparato dedican los mexicanos para mostrarles por igual a niños y adultos los modelos europeizados, el racismo velado o abierto, los estereotipos del mexicano “jodido”, perdedor y sin esperanza, el lenguaje vulgar, los personajes chuscos pero fracasados, el menosprecio a los valores de la familia, los raitings que justifican escenas eróticas cada vez más audaces, las relaciones extramaritales, la promiscuidad, la infidelidad, la drogadicción y la violencia; la avalancha de comerciales de alimentos chatarra y de bebidas alcohólicas con personajes cada vez más jóvenes, la información manipulada a favor del mejor postor o de la clase política en turno, el dinero por encima de la dignidad del hombre.

Aunque Azcarraga declaraba que la función de la televisión era entretener y la del Estado educar, lo cierto es que la televisión des-educa se quiera o no y des-educa más que lo que el mismo gobierno educa. La inseguridad que vivimos, la violencia, el índice alarmante de embarazos no deseados en jovencitas y niñas de secundaria, la bajeza, la corrupción, la vulgarización del lenguaje, el desdén por la lectura, la obesidad, la desnutrición, el creciente alcoholismo y drogacción en la juventud y la niñez, el deterioro de los valores familiares y la destrucción del tejido social no son gratuitos, obedecen en buena medida a los mensajes y patrones que cotidianamente se muestran en la pantalla como “normales”.

Lorenzo Servitje, empresario ejemplar y fundador de Bimbo, en 1997 orquestó una encuesta masiva con la siguiente pregunta: ¿Cree usted que los contenidos de algunos programas de televisión, cine, radio o publicaciones generan algún daño, sobre todo en niños y jóvenes?, Si es así, ¿cree usted que debe hacerse algo para remediarlo? El resultado fue que 4 millones y medio de mexicanos firmaron que sí, lo que detonó que se formara el organismo “A favor de lo Mejor” cuyo objetivo es precisamente ponerle un límite a los excesos de los medios. En sus propias palabras: “Colaboramos con los medios de comunicación porque reconocemos que estos son la expresión más viva de creatividad e ingenio humano, además de ser una valiosa herramienta de transmisión del pensamiento. Por ello buscamos que contribuyan a su cultura, desarrollo emocional y educativo del hombre”.

Por nuestra parte y como una forma minúscula de resistencia civil y salud mental, desde hace 21 años mi señora y yo decidimos no ver televisión, nos quedamos con una vieja tele de esas pesadas y voluminosas en la que, de vez en cuando pasamos alguna película alquilada o comprada, mis hijos han crecido sin ver la tele y han sobrevivido sin heridas serias las consecuencias de este experimento extremo, finalmente le dedican más tiempo a la familia, a la escuela, a la lectura y al deporte.

Cuando viví en Inglaterra para cursar una maestría pude percibir la calidad de la programación de la televisión inglesa, 3 canales: BBC1, BBC2 y uno comercial que palidecía en raiting contra los interesantísimos noticieros, programas y contenidos de los otros 2 canales que pertenecían al Estado, por eso cuando tuve oportunidad de conocer las instalaciones de TV4, la televisora del Estado, que goza de una magnífica infraestructura pero que, con una desangelada y poco creativa programación, un magro presupuesto y fuertemente castrada en términos de espectro que lo limita o condiciona a tener presencia tan sólo en las zonas rurales me dí cuenta del gran potencial que podría tener este canal en el Estado y al mismo tiempo de la enorme desigualdad y del tremendo poder que tienen las televisoras en México que pueden comprar y corromper legisladores, doblegar presidentes y seguir “entreteniendo” al pueblo “jodido” basados en una filosofía chabacana que privilegia el raiting y el dinero sobre los valores familiares y el tejido de nuestra sociedad.

Me pregunto si como sociedad o gobierno, podremos hacer algo para que tanto la televisión estatal como la privada sean un medio eficaz para elevar y enriquecer nuestros valores y cultura.

Como decía el filósofo vienés Karl Popper: “La televisión se ha vuelto un poder demasiado grande para la democracia y ninguna democracia puede sobrevivir si no limita los abusos de este poder”

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