De glorietas y espacios compartidos
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“La eficiencia y la seguridad del tráfico mejora cuando la calle y el espacio público que la rodea se rediseñan para animar a cada persona a negociar su movimiento directamente con los demás.
Reduciendo la velocidad y quitando semáforos y señales, permitiendo que todos esten atentos y negocien su espacio, el trafico fluye de mejor manera y los accidentes se reducen, como en las pistas de patinaje en donde todos están atentos, ubican a los novatos y a los expertos y anticipan los movimientos”.
Hans Monderman, Ingeniero de tráfico e innovador holandés.
Hasta hace un par de años existía en San Francisco del Rincón la famosa Glorieta del Tejedor en la intersección de dos importantes avenidas de 4 carriles con camellón cargadas de tráfico día y noche, desde que te acercabas, de manera inconsciente todo tu cuerpo se ponía en alerta y aunque no estaba escrito en ningún lado existía la ley sagrada e inviolable común en el estado: “el que va adentro lleva la preferencia”. Te tenías que concentrar para encontrar ese pequeño hueco en que el podías meterte y disfrutar por unos segundos de la protección de la ley y seguir tu camino sin demora, no recuerdo haber sufrido nunca un congestionamiento en ese crucero y los accidentes que se dieron fueron principalmente en las noches casi invariablemente con presencia de alcohol.
Como tantas otras glorietas en el estado y en León particularmente, la glorieta del tejedor murió para dar paso a una selva de semáforos sincronizados en rojo que provocan unas filas interminables y te detienen una eternidad o dos dependiendo de la hora. Pero hubo un intermedio muy representativo durante el par de meses que duró la transición para reubicar al emblemático personaje y demoler la destartalada fuente; en este lapso las autoridades delimitaron un círculo en el centro colocando unos improvisados tambos de acero sin darse cuenta de lo mucho que mejoró el tráfico al reducir el diámetro de la rotonda y quitarle la excentricidad que le daba ventaja a los que entraban por la Aquiles Serdán sobre los que lo hacían por la Juventino Rosas.
Ahora que he estado investigando sobre los conceptos sobre movilidad del finado holandés Hans Monderman y el controvertido inglés Ben Hamilton-Baillie, dos autoridades mundiales en los temas de tráfico, espacios compartidos y renovación urbana, me doy cuenta de que la muerte del Tejedor es una tragedia que pudo ser evitada y puede ser remediada como lo han hecho ellos en decenas de cruceros conflictivos del mundo y que debemos voltear a ver para entender la forma como estos pioneros han intervenido cruceros como este:
Transformándolos en cruceros como este:
Ellos piensan de manera contraria a como piensan los “expertos” en ingeniería de tránsito, en lugar de atiborrar los cruceros de señales y semáforos para autos y peatones, los quitan; en lugar de segregar el tráfico como solución llevando las normas de las autopistas dentro de las ciudades, obligan a conductores, peatones y ciclistas por igual a que, a baja velocidad, se pongan vivos, hagan contacto visual y “negocien” unos con otros el movimiento.
Pude observar ciertos patrones clave en las fotos y videos de las múltiples intervenciones que estos señores han hecho en ciudades y villas principalmente europeas, uno es que el acceso al crucero es de un solo carril por sentido lo cual, por un lado reduce el tramo transversal a cruzar ayudando a peatones y ciclistas a hacerlo más fácilmente y, por otro a que sea un número menor de personas con las que se tenga que interactuar en la negociación. Otro es que todos circulan necesariamente a muy baja velocidad y aunque pudiera pensarse que a baja velocidad pasan menos carros, la realidad es que cuando se siembran los semáforos el espacio en el corazón del crucero, por donde todo mundo tiene que pasar, está la mayor parte del tiempo desierto mientras que en el sistema de espacio compartido se observa que todo el tiempo están cruzando simultáneamente vehículos, ciclistas y peatones. Con matemáticas de sentido común podemos deducir que por baja que sea la velocidad es mucho mayor que la velocidad promedio al estar la mayoría parados esperando turno.
Es claro que toda ciudad requiere vías rápidas y también espacios públicos, el problema es cuando confundimos y mezclamos unas con otras de manera que no se sabe si estamos en medio de una vía rápida o de un espacio compartido.
Antes de seguir matando glorietas como moscas para llenarlas de semáforos desquiciando el flujo vehicular y antes de pensar en hacer inversiones multimillonarias en puentes y distribuidores viales, deberíamos revisar y aprender de las más de 100 intervenciones exitosas que han hecho estos señores en Holanda y en Reino Unido y traernos a Hamilton para que nos diga como hacerlo en nuestra tierra comenzando por ejemplo, con el rescate de la glorieta del Tejedor.