Los ejes viales de Hank
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“…al hacer los ejes viales la ciudadanía se encrespó. Me aborrecía, me odiaba. Insultaba a Hank González… y a su mamá. ¡Fue terrible!, pero había que hacerlos, y la gente tenía razón en quejarse… Materialmente tuve que destruir la ciudad para que después me permitieran reconstruirla, como se hizo”.
Carlos Hank González. Regente de la Ciudad de México 1976 -1982
En 1977, la ciudad de México mostraba un rostro completamente diferente al que se vio y vivió un año después, en 1978 en donde esta parecía una urbe devastada. Casas demolidas, zanjas de gran tamaño, árboles por los suelos, tierra y polvo que impregnaban el ambiente. No se trataba de una guerra o un fenómeno natural los que arremetieron ese año sobre la ciudad, era la voluntad del Regente del Distrito Federal, Carlos Hank González, dispuesto a dejar su recuerdo en la memoria colectiva de los capitalinos a través de una obra pública sin precedentes: los ejes viales.(1)
Transitar hoy en día por la ciudad de México en automóvil es desesperante, pero antes de los ochentas era una aventura verdaderamente espeluznante, no solo para los automovilistas que teníamos que buscar nuestras rutas por intrincadas calles que, muchas veces, en afán exploratorio nos llevaban a lugares lejanos y desconocidos regresando a casa, o a la cita, 2 horas después de lo planeado, sino también para quienes se movían en las conocidas “peseras” (con “s” porque en un inicio costaba un peso el pasaje, aunque también se podría escribir con “c” como “pecera” porque adentro de las miles de Combis adaptadas que pululaban como plaga por toda la ciudad, los pasajeros se compactaban como en latas de sardinas).
Como la mayoría de nuestras ciudades, la capital fue creciendo desordenadamente en colonias aisladas y desarticuladas, cada una con una traza desconectada del contexto de la ciudad, truncando vialidades y creando secciones de calle al capricho de los desarrolladores ajenos e ignorantes de una planeación integral.
El transporte público también era un caos monumental en la capital. Años de concesiones acumuladas otorgadas a cambio de que “acarrearan” gente a los eventos políticos, miles de microbuseros funcionando como hombre camión con rutas aisladas e inconexas, peleándose por el pasaje y parando en cualquier lugar en unidades en mal estado con conductores mal capacitados.
La intervención fue espectacular, el principio era de sentido común: si para cruzar la ciudad tienes que pasar por un laberinto de calles y avenidas sin continuidad, muchas de doble sentido, todas con estacionamiento en una o ambas aceras y el transporte público es el caos que describimos líneas arriba, la solución lógica era elegir aquellas que, con el mínimo de inversión pudieran conectarse para poder transitarlas sin interrupciones de extremo a extremo, prohibir el estacionamiento y lograr una red de amplios corredores viales de un solo sentido a prudente distancia, en ambas coordenadas, Norte-Sur y Oriente-Poniente alternando su dirección.
A los extremos de cada eje vial se instalaron dos carriles exclusivos para autobuses o trolebuses que viajan uno en el mismo sentido y otro a contra flujo lo que permitía combinar transporte en auto con transporte público compartiendo la misma infraestructura. Si le sumamos la sincronización de los semáforos, lo que se obtuvo al final fue una circulación mucho más rápida y fluida.
A pesar de las críticas y el desquiciamiento de la ciudad durante el año que duró su construcción, los ejes viales funcionan hasta la fecha y nadie puede imaginar lo que sería la capital sin estas convenientes vialidades. Recientemente se ha montado sobre estos ejes viales un exitoso sistema metrobús, a base de autobuses articulados en lo que quizás sea hoy en día la red mas grande de sistemas de tránsito rápido en autobuses del mundo.
Si algo faltó en esta magna obra, fueron cebras en las esquinas para el paso de peatones y espacios para bicicletas que podrían haber ampliado el abanico de alternativas de movilidad de los ciudadanos.
No tenemos que descubrir el hilo negro, lo que funcionó en el Distrito Federal puede funcionar perfectamente replicado a escala para cualquier ciudad, grande o pequeña, la combinación de estos ejes con ciclovías y transporte público permitirá ordenar el flujo vehicular, darle espacios seguros a los ciclistas y eficientar y poner en orden los destartalados sistemas de transporte público que padecen cotidianamente los usuarios.
Si en lugar de hacer esfuerzos aislados de pavimentación en calles dispersas, se enfoca la inversión al armado de estas redes viales, aunque el proceso resulte incómodo en un inicio, los resultados hablarán por si mismos y estaremos construyendo las ciudades funcionales y competitivas que estos tiempos reclaman y que todos merecemos.
Javier Hinojosa
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(1)Gengis Hank y sus ejes viales: http://contenido.com.mx/2013/08/gengis-hank-y-sus-ejes-viales/