Los peligros del hartazgo
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“Mientras más veo lo que está sucediendo en México, más recuerdo como estaba Venezuela cuando Hugo Chávez tomó el poder.”
Un amigo venezolano afincado en México
Un amigo venezolano que vive en México desde que Hugo Chávez tomó el poder me comentaba de las similitudes entre la Venezuela pre-Chávez y el México de Hoy. Un mismo hartazgo en torno a una democracia que no responde a las expectativas de los ciudadanos; políticos y partidos sin imaginación que se repiten entre si, siguiendo el mismo libreto y alternando las mismas prácticas, una polarización de la sociedad entre una minoría opulenta que se enriquece al mismo ritmo con el que los pobres se multiplican en número, carencias y falta de oportunidades, una falta de confianza y credibilidad en las instituciones en las que campea la corrupción y la ineficacia. Al final un hartazgo y un desaliento colectivo que se convierte en tierra fértil para el advenimiento de líderes mesiánicos que encienden a las masas empobrecidas quienes, al no tener nada que perder son presa fácil de las promesas y esperanzas que estos despiertan con su oratoria ardiente y embustera.
Mi amigo me comentaba como Hugo Chávez llegó a la presidencia criticando severamente la corrupción y la ineficacia en el gobierno, encendiendo con su discurso a las masas que salieron entusiasmadas a votar por él para que, una vez en el poder, multiplicara sin recato por mil o 10mil las prácticas de corrupción, sazonara la receta con un populismo a ultranza, expropiara tierras y empresas para repartirlas entre compadres y allegados e implementara mecanismos para perpetuarse en el poder acallando y minimizando a la oposición. Aunque hay serias discrepancias en las cifras de simpatizantes y opositores a su gobierno, lo cierto es que los beneficios que obtuvieron las clases populares durante su mandato sirvieron con suficiencia para que estas se sintieran tomadas en cuenta y le brindaran su apoyo incondicional en su momento a Chávez y ahora a la réplica corregida y aumentada que es su sucesor.
Mientras esto sucedía en Venezuela, en su vecina Colombia, devastada por la guerrilla y el narcotráfico, unos cuantos ciudadanos honorables y preparados comenzaron a poner orden en las ciudades que comandaban y a crear una cultura ciudadana más madura.
Ahora que concluimos esta jornada electoral en paz y estamos por estrenar nuevos alcaldes y diputados conviene tomar estas lecciones y recapitular lo mucho que hemos avanzado en el país en el tema de democracia así como lo mucho que tenemos por hacer ciudadanos, instituciones y partidos para seguir avanzando y construyendo en concordia los caminos que nos lleven a perfeccionar estos procesos y nos vacunen de indeseables mesianismos que pueden descarrilar lo que hasta ahora hemos logrado.
El hartazgo ciudadano no es gratuito, partidos y candidatos tienen que entender que el poder no es ni debe ser botín de nadie, que los dineros públicos son sagrados y que su manejo deshonesto debe pagarse invariablemente con la cárcel, de nada sirve que las autoridades lleguen al poder legitimados por procesos electorales más o menos aseados y civilizados, si ya en el poder se sirven con la cuchara grande y se dedican a lucrar y aprovechar el puesto para beneficio propio y de sus allegados.
Por otra parte es necesario erradicar la pésima costumbre de considerar a los partidos políticos como agencias de colocación premiando con plazas los esfuerzos partidarios al margen de su capacidad, preparación y profesionalismo. La recompensa del trabajo partidista debiera ser el ver colmados los esfuerzos llevando gente de calidad y probada honorabilidad que construya en su tiempo y para todos, la parte que corresponde a un plan más amplio que va encaminado a ser y vivir de mejor manera.
Aprovechar la fuerza redistributiva que tiene el gobierno para estirar los dineros llevando obra y acciones que beneficien a los más necesitados, no deberíamos requerir de Mesías políticos para generar empleos, mejorar escuelas, regresarle a las personas los espacios que les corresponden en las ciudades para caminar y andar en bicicleta, abrir áreas y parques públicos, instrumentar transporte accesible, digno y de calidad y generar los mecanismos para que puedan acceder a vivienda digna dentro de la ciudad.
El hartazgo también ha sido ocasionado por el protagonismo excesivo que han tomado los medios llegando a tomar una fuerza colosal que de manera chapucera e irresponsable les permite fabricar desde sus estudios personajes de utilería que se convierten en legisladores, alcaldes y hasta presidentes de la república, para ponerlos al servicio de sus intereses pasando por encima del bien común, en el fondo sigue estando presente la tentación irresistible de valerse de todo para manipular los resultados con el fin de llegar al poder y servirse de él.
Soy optimista, valoro los avances de nuestra democracia y estoy convencido que poco a poco vamos madurando como sociedad y descubriendo que no hay mejor marketing para acceder al poder ni mejor vacuna contra el mesianismo político que una sociedad empoderada que lucha por erradicar los vicios y malas prácticas que padecemos y selecciona personas de bien que dan resultados a través de la continuidad de un trabajo transparente, honesto, talentoso y eficaz.